miércoles, 29 de junio de 2016

La brisa








L a   b r i s a

La brisa es femenilmente juguetona;
sus caricias son caricias de mujer.

Cuando el viento agita las ramas de los árboles,
añade gracia y primor a la campiña.

Cuando contemplo la rubia marea de un trigal
remecido por el viento,
me invade una deliciosa fruición indefinible…

Brisa campestre del amanecer,
salpicada de gorjeos y perfumes.

Brisa escapada de los huertos
con aroma de manzanas y duraznos.

Brisa que despeina el rizado cabello
de las chicas en la playa,
y haciéndoles cosquillas en la piel desnuda
las hace sonreír.

Cuando el viento remece los altos eucaliptos,
les roba sus perfumes y sus trinos.

Cuando el huracán despluma
la ceiba milenaria,
le avienta un enjambre de semillas…

Cuando la brisa bate la fila de palmeras
en la playa,
las palmeras oscilan vanidosas,
cual muchachas en una pasarela.



El viento se deleita
impulsando las cometas bailarinas.
A unas las eleva por encima de las nubes;
a otras las convierte en
remolino de  flecos y papeles
y  las obliga a descender
y estrellarse contra el suelo.

La brisa es juguetona como una colegiala.

Señor, no te hagas el serio.
¿No es verdad que te diviertes
mirándonos jugar a las cometas...?

¿En qué emplearías tu inacabable tiempo libre?

Te sobraba felicidad
y quisiste compartirla.
¡Gracias!





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