La
brisa es femenilmente juguetona;
sus
caricias son caricias de mujer.
Cuando
el viento agita las ramas de los árboles,
añade
gracia y primor a la campiña.
Cuando
contemplo la rubia marea de un trigal
remecido
por el viento,
me
invade una deliciosa fruición indefinible…
Brisa
campestre del amanecer,
salpicada
de gorjeos y perfumes.
Brisa
escapada de los huertos
con
aroma de manzanas y duraznos.
Brisa
que despeina el rizado cabello
de
las chicas en la playa,
y
haciéndoles cosquillas en la piel desnuda
las
hace sonreír.
Cuando
el viento remece los altos eucaliptos,
les
roba sus perfumes y sus trinos.
Cuando
el huracán despluma
la
ceiba milenaria,
le
avienta un enjambre de semillas…
Cuando
la brisa bate la fila de palmeras
en
la playa,
las
palmeras oscilan vanidosas,
cual
muchachas en una pasarela.
impulsando
las cometas bailarinas.
A
unas las eleva por encima de las nubes;
a
otras las convierte en
remolino
de flecos y papeles
y las obliga a descender
y
estrellarse contra el suelo.
La
brisa es juguetona como una colegiala.
Señor,
no te hagas el serio.
¿No
es verdad que te diviertes
mirándonos
jugar a las cometas...?
¿En
qué emplearías tu inacabable tiempo libre?
Te
sobraba felicidad
y
quisiste compartirla.
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