Quisiera
volver a mi dichosa infancia
y
caminar de nuevo al anochecer
por
la senda silenciosa del palmar.
A
dondequiera que mire brillan luciérnagas
como
un recreo de chispas en la oscuridad.
Diminutos
lampos fosforescentes
trazan
pespuntes de luz
como
hilvanando los lutos de la noche.
Felices
las ennoviadas candelillas
que
se buscan y se encuentran y se acoplan,
y
apagan sus linternas para no delatar su romance.
Dichoso
el grillo violinista,
juglarcillo
nocturno,
que
siempre logra conquistar un querer,
y
acalla su trémolo para iniciar un placer.
Felices
las corolas
que
disfrutan la visita del polen,
y
feliz el polen cuando logra impregnar
la
engomada cabeza de un estigma.
La
brisa es cómplice
de
los noviazgos nocturnos,
ya
que esparce perfumes
para
seducir mariposas.
Si
no existiera el aire,
que
trasmite las ondas acústicas,
los
pájaros serían afónicos
No hay comentarios:
Publicar un comentario