miércoles, 29 de junio de 2016

Luciérnagas


Luciérnagas

Quisiera volver a mi dichosa infancia
y caminar de nuevo al anochecer
por la senda silenciosa del palmar.

A dondequiera que mire brillan luciérnagas
como un recreo de chispas en la oscuridad.
Diminutos lampos fosforescentes
trazan pespuntes de luz
como hilvanando los lutos de la noche.

Felices las ennoviadas candelillas
que se buscan y se encuentran y se acoplan,
y apagan sus linternas para no delatar su romance.

Dichoso el grillo violinista,
juglarcillo nocturno,
que siempre logra conquistar un querer,
y acalla su trémolo para iniciar un placer.




Felices las corolas
que disfrutan la visita del polen,
y feliz el polen cuando logra impregnar
la engomada cabeza de un estigma.

La brisa es cómplice
de los noviazgos nocturnos,
ya que esparce perfumes
para seducir mariposas.

Si no existiera el aire,
que trasmite las ondas acústicas,
los pájaros serían afónicos
y jamás iniciarían sus idilios.



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