¿Quién
supo imaginar y crear las esmeraldas,
los
diamantes, rubíes, zafiros y topacios?
Y las
creó pensando en las mujeres,
a quienes infundiría una gran ilusión
de
collares, aretes, pulseras y sortijas.
Sin la existencia de las mujeres
no
se justificaría la existencia de las joyas.
Empacaste,
Señor, las esmeraldas
en
estuches de cuarzo como en una caja fuerte.
Mientras
más escasas y más difíciles de conseguir,
tanto
más deseables y valiosas.
Si
los pedregales fueran de esmeraldas,
¿A
quién se le ocurrió esconder
las
perlas en las conchas y la conchas en el mar?
Rey
del Universo, derrochaste pedrería
para
hombres y mujeres,
como
si todos fuéramos princesas.
Gracias,
Señor, por tus piedras y tus perlas,
No hay comentarios:
Publicar un comentario