miércoles, 29 de junio de 2016

LaS NUBES
















Las Nubes

Blanquísimos cúmulos
cual cordilleras de algodón.

O aborregado firmamento
cual nevadas ovejas.

O inmensas plumas
despeinadas por la brisa.

El rebaño de nubes nunca está inmóvil,
y al emigrar hacia el ocaso
parece que emigrara todo el firmamento.

Desde la ventanilla del avión
admiro cómo el archipiélago de nubes
acelera su viaje…
Y todas las nubes parecen flotar
sobre la superficie de un mar invisible.



Azul y rosa son los colores
más lindamente femeninos.

Por eso los arreboles rosados al amanecer;
y entre ellos coquetea con plateados guiños
la Estrella Matutina, fugaz pulcritud.

¡Gracias, Señor,
por la dorada techumbre de los arreboles!
Ellos nos obligan a elevar la vista al cielo
y el espíritu a tu Cielo,

Lástima que fueras transparente
como el aire;
con razón que no te vemos. ¡Lástima!

Para serte sincero,
ni en la oración te me revelas;
siempre que te invoco,
tu respuesta es el silencio.

Cierta vez, como una niña ingenua y cariñosa,
me atreví a mandarte un  tímido saludo por la red
y aguardé ilusionado…
Pero no apareció en mi pantalla  tu respuesta.

Sentí un leve desaire (me perdonas)
y se me inundaron los ojos.
¿A nadie le respondes?

Te place jugar al escondite:
todos te buscan y nadie te descubre.

Las flores son flores, no son Tú.
Los pajaritos son los pajaritos, no son Tú.
Lo mismo las mariposas, las orquídeas, el agua y el sol:
No son Tú.

Ya contemplé y alabé todas tus criaturas.
¡Ahora  quisiera saludarte a Ti, oh invisible  Arquitecto!



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