Anoche
colgué mi hamaca
entre
dos palmeras a la orilla del mar
y
empecé mi vaivén…
Me
arrullaban las olas
con
su eterno llegar…
canción
de cuna que me hizo dormir.
Hoy
me aterró un airado vendaval
frente
a los arrecifes.
Soberbias olas arremetían
Soberbias olas arremetían
contra
el acantilado,
produciendo
una explosión
de
neblinas y vapores
que
salpicaban mi cuerpo
y
amedrentaban mi espíritu.
Cuando
la brisa revuelve
las
ramas de los árboles
haciéndoles
cosquillas,
El
viento juguetón
peina
el trigal y lo convierte en oleaje rubio.
El
viento juguetón encrespa las olas del mar
y las corona de crestas y de espumas.
El
viento juguetón doblega las palmeras
y
acaricia la piel de las bañistas.
Toda
cascada es musical,
toda
quebrada es cantarina.
Tenue
llovizna
cae
sobre las pajas de mi rancho;
su
exquisita suavidad
me
produce una fruición indefinible.
Es
el adagio de la sinfonía.
Estruendoso
aguacero
teclea
sobre los tejados
y
acribilla los árboles del parque.
Sigue
un súbito relámpago
y
un trueno cavernoso que me aterroriza.
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