Voy por el valle que arrulló en su
idilio
la placidez de mi remota infancia;
hoy en su paz de nuevo reconcilio
de aquel recodo la sutil fragancia.
Voy por la vega contemplando flores,
con el recuerdo repasando ayeres;
fui por la vida proclamando amores,
fui trinando consuelos y placeres.
Anidado entre sauces y plantío,
bajo la luz del arrebol blanquea,
silencioso rebaño, el caserío.
Ya entiendo tu enseñanza, dulce aldea:
si en las glorias del mundo sopla el
frío,
en tus oasis el amor caldea.
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