Triscaba en el cerro vecino a la hacienda;
y al verme subir,
balando de gozo y haciendo piruetas
llegábase a mí.
La sal en mi mano lamía con venias,
diciendo que sí.
Feliz con su amo, su vida, sus breñas;
con él, yo feliz.
Con él muchos días vagué por las crestas,
alegre vivir;
y en mutuos balidos, sus trémulas quejas
también aprendí.
Pues todas las tardes bajó por cuesta
la tropa cabril,
mi fiel pintadito gustaba en mi estera
tenderse y dormir.
Y ya cuando el alba doraba mi pieza
no estaba él allí;
que ya triscaría feliz en sus peñas,
alegre vivir.
y al patio salí:
cautivo, imploraba con finas protestas,
y afilar sentí…
“Hoy
llega visita, dijéronme a secas,
y
él debe morir”.
Llovieron mis ojos. Tendiéronlo en tierra
y el cuchillo vil
abrió su cuellito de tibias arterias,
desangrar lo vi.
Callaron por siempre sus límpidas cuerdas,
su agreste violín.
Vidrió las pupilas, dobló la cabeza.
Y a solas huí…
Que fue mi domingo por montes y vegas
llorar y sentir.
Vi turbio el paisaje, sin dichas la tierra,
sin gracia el vivir.
¿Por qué la dulzura se cambia en tristeza?
¿Amar es sufrir?
Al monte do erraba siguiendo sus huellas,
hoy solo, ascendí.
Doquier recordaba donaires, piruetas,
gracioso reír.
De nuevo en la casa, cumplida la fiesta,
secándose vi
la piel flordehaba, cautiva
en cañetas
al pie del jazmín.
Los tiernos casquitos, sin bríos ni fuerzas,
por el suelo gris;
casquitos que fueron audacia y proezas,
bajar y subir.
Hoy fui a levantarme, y muda en mi estera
la piel que pedí,
me hablaba de cerros, balidos, piruetas...
¡Alegre vivir!
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