Dos corderitos de inquieta gracia
triscan airosos en la pradera;
copos gemelos estrena ufana
mi blanca oveja.
Si se le pierden tras de las matas
ella se angustia por su pareja;
mas juguetones, cuando los llama,
tienden carrera.
La tibia leche beben con ansia,
sus rodillitas sobre las yerbas;
y dan al tiempo las colas blancas
vueltas y vueltas.
Salen a brincos por la sabana…
saltan las flores, saltan las piedras,
y el uno al otro luego se saltan
dando piruetas.
Al borde arriman de la fontana
donde los trajes de su muñeca
la rubia niña cantando lava,
lavando juega.
Hasta el barbecho, solos, se apartan;
en los alambres de crueles cercas
tenues lanitas escarmenadas
temblando quedan.
Tenues lanitas que a la mañana
para su nido las mirlas llevan;
mirlas que alegres darán las gracias
en primavera.
Ya cuando advierten que lejos andan
tienden balidos de amarga queja;
pronto, afligida, la madre bala
desde cerca.
Vuelven a brincos y alegres vagan;
el suave trébol ya saborean
y hacen, probando sus hojas blandas,
venias y venias.
Al fin se duermen; rumiando echada,
junto a sus niños la madre vela;
mudos los labios, porque si bala
se le despiertan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario