Solitaria en el jardín
sobre las gradas de piedra,
burbujas hace una niña
con ancha copa en la diestra.
Como retazo de cielo
su breve traje de seda;
y como el halo de un ángel
el sol en su cabellera.
Cuando el aliento infantil
en el cristal gorgorea,
la espuma crece y desborda
como racimos de perlas.
Saca del agua el pitillo
y a la boquita lo lleva,
y del extremo empapado
girando nace una esfera.
De firmamento se tiñe
y el iris en torno juega.
¡Cuál se copian los jardines
y la niña en la escalera!
Fascinante pulcritud
en manos de la inocencia;
vestidas ambas de luz,
vestidas ambas de fiesta.
La nena envidia el primor
de su burbuja hechicera;
mas si la bomba pensara,
volverse niña quisiera.
Va creciendo su emoción,
su pompa casi revienta.
Cuanto más bella más frágil,
cuanto más frágil más bella.
Policroma fantasía
que, con crecer, menos pesa;
más bien intenta volar
y sutil se balancea.
Levanta el brazo la niña
y el pulcro globo despega…
llevándose los jardines
y a la niña en la escalera.
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