Ya
en el estadio la emoción impera
colmando
la espaciosa gradería,
donde,
volcada la nación entera,
tras
el olímpico laurel porfía.
Despliegue
de color por la pradera
bajo
el intacto azul del mediodía;
siempre
que cambia la voluble esfera
cambia
tono y furor la gritería.
Se
aproxima el peligro pase a pase,
y al clamor de las gradas en crescendo
cañonazo
disparan a la base...
Tal
precisión hacia el portal mantuvo,
que
al fin, de los aplausos al estruendo,
con su plancha el portero lo detuvo.
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