Salime
al campo muy de mañana,
cuando
hace halagos el aire fino
y
el sol saluda con luz dorada
los
altos riscos.
Cuando
parece que vuela el alma
con
la delicia del paraíso;
cuando
era pura mi alegre infancia
como
el rocío.
Y
al irme a solas por la sabana
gozando
el fresco de aroma y trinos,
de
tornasoles lució en la grama
cambiante
brillo.
Por
entre piedras allí rodaba
limpia
la fuente, como de vidrio;
tan
cristalina, que con mirarla
temblé
de frío.
Bajo
el encanto de la mañana
sentí
gorjeos en alto nido;
era
un sinsonte que preludiaba
su
casto idilio.
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