Por
montes y quebradas, radiante de canciones,
nuestra
niñez corría bañada en luz y en aire;
y
al sol de los venados jubilosos volvíamos
como
vuelven al nido jubilosas las aves.
Arrullando
ilusiones dormimos placenteros
hasta
que entraba el grito del sol por los cristales;
soñábamos
ser hombres el día de mañana,
sin
saber que a los niños envidiaban los grandes.
Cuando
el viento traía, mezclado con gorjeos,
el
canto de la siega desde el vecino valle,
felices
acudíamos a levantar manojos
cantando
la festiva canción de los trigales.
Una
tarde partiste. Pasaron muchos años.
Hoy
encuentras antiguo cuanto nuevo dejaste.
Ruinosas
las paredes, abrojo en los jardines,
doradas
de tristeza las copas de los sauces.
En
vano rueda el agua, y en vano las auroras
madrugan
con sus trinos y brisas para nadie;
el
pino que aromaba, trovador mañanero,
feneció
con sus nidos cansado de esperarte.
En
el tendido tronco, bañados por la luna,
¡cantamos
tantas noches, hasta que fuimos grandes!
Cantaron
oros niños… y tú jamás volviste,
Y
el tronco envejecido cesó de oír cantares.
Crecieron
las palmeras, que ya te desconocen,
y
en tu ausencia murieron los verdes naranjales;
sin
juegos ni columpios, hastiado de silencio,
se
secó entres sus yedras el retorcido mangle.
Los
caballos no existen, las yuntas ni el rebaño;
no
ladra el fiel amigo ni viene a saludarte.
No
juegan con el agua los niños en la acequia
ni
el himno de las mieses invita con sus aires.
¿A
qué vienes, hermano? ¿A recorrer tus huellas?
Barrieron
ya las lluvias la tierra que pisaste.
Llevó
el viento las voces, nuestra niñez el tiempo;
la
guerra nuestros bienes, la muerte a nuestros padres.
Mas
entremos. Escucha…no hay seres, voz ni ruidos;
las
tejas lucen césped, y nidos los alares.
Al
sol de los venados ya nadie vuelve a casa
ni
el canto de las niñas regresa por el valle.
De
noche, solitaria, se escuche entre malezas
llorar
junto a las ruinas la fuente inconsolable.
Del
patio en el silencio parece que, afinando,
desgranan
dulce arpegio las manos de mi madre,
La
vida es una noche, la ruina es un preludio.
¡Mañana
estrenaremos niñez que no se acabe!
Y
aquestas ilusiones anidan en mis sueños
como
duermen los trinos esperando que aclare.
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