La mariposa decía:
Yo
fabrico en dos semanas
tan
celeste fantasía
como
el azul de mis alas.
Dímelo
el año tresmil
(hábil ostra le contesta)
entonces
verán lucir
sobre
tu nada mis perlas.
Y un fósil que la escuchaba
despertó para decirle:
Tú
cumples bodas de plata,
yo
mil millones de abriles.
Y al fósil dijo la Tierra:
Cuando
nacieron mis hijos
yo
era niña y ya era vieja,
con
mil millones de siglos.
¡Muchachita!, dijo el sol,
¿Cuándo engendré mis planetas?
la fecha se me olvidó,
pregúntale a las estrellas!
Mas las estrellas callaban
con guiños multicolores.
(Las mujeres no delatan
su edad como sus amores).
La Galaxia quiso hablar
en tan difícil cuestión:
Ni
yo acierto a precisar
nacimiento y defunción.
Y el Espacio: “Nada fui,
mas
no puedo comprender
por
cuánto tiempo no fui,
por
cuánto tiempo seré”
Y el Tiempo: “Yo quieto
estoy
si
nada se mueve aquí”.
La Eternidad: “Todo es
Hoy,
sin
principio, medio y fin".
Si algo existe, Alguien
vivió
que al mundo principio
diera.
Si ese Alguien no pensó,
este algo no existiera.
No es el mundo ese
Primero,
pues el mundo es
combustión;
rodachina de luceros
que alguna manó encendió.
¿Pudo
ser antes, después?
Mas ¿después o antes de
qué?
¿Pudo estar aquí o allá?
En la Nada es todo igual.
Y sin embargo existieran
otros mundos en los
bordes;
y sin embargo existieran
otros mundos anteriores.
En lo eterno todo cabe:
siempre un antes y un
después.
Ni en la Nada existe un
margen
que no se pueda exceder.
Adivina quién soy Yo,
que soy todo lo que es;
mas lo que es no soy Yo,
pues pudo dejar de ser.
Adivina dónde estoy
o dónde no puedo estar.
Aun en la Nada estoy Yo
como en su cuenca la mar.
Soy una mar sin orillas
y esfera sin periferia.
Mas dejemos ya el enigma
o estallará tu cabeza.
Si el mundo es
adivinanza
para la humana razón,
para entender mi sustancia
tendrías que ser otro Yo.
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