Al
primer golpe del hacha
lloró
perlas de rocío,
y
de sus trémulas ramas
volaron
aves y trinos.
Callará
el tocón frustrado,
para
siempre sin sus frondas;
los
bordes de la corteza
llorarán
resinas póstumas.
Le
pedí perdón un día
de
silencios y añoranzas,
y
el ámbar de sus heridas
me
regaló su fragancia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario