jueves, 11 de febrero de 2016

Hubo un Salto

Hubo un Salto

¡Vuelve, Bochica, y te daré una queja
de lesa pulcritud y lesa patria!
Vamos andando hacia la roca eterna
do cambiaste el diluvio en Tequendama.

Tronó por siglos, rebujada en niebla,
la estruendosa y solemne catarata;
de terríficos muros en presencia,
cuyas cimas el vértigo agigantan.

Despeñarse la vi con pompa núbil,
y convertida en impalpables gasas
caer…caer… sobre su propia nube,
subir…subir…divinizada y casta.

La vi, cayendo de aquilina cumbre,
desplomarse a la tierra calentana,
cual cabellera de bruñida lumbre
por el arco del iris diademada.

Temerario galán, en crudo invierno
llegué hasta el fondo de la audaz muralla,
do se escucha el fragor con todo el cuerpo,
donde mojan las brisas aun el alma.

Llegó su trueno, desde aquestas rocas,
a todo el mundo, pues llegó su fama.
“Un ensueño, dijeron en Europa,
un ensueño la tierra colombiana”.

No sigamos, Bochica, te conturbo.
Mira hoy sin río la medrosa escarpa.
Vuelve otra vez a Bacatá su orgullo,
hiere otra vez con tu potente vara.

 Y agitará de nuevo sus melenas
y rugirá soberbio el Tequendama.
¡Luzca otra vez su tropical belleza,
reconquiste su gloria americana!

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