martes, 9 de febrero de 2016

Siderúrgica

Siderúrgica

Rueda el ígneo torrente que acalora y deslumbra;
y apresado en lingotes al servicio del genio,
se transforma en raíles y se va por los mundos
enlazando ciudades con caminos de acero.

Mientras todo rechina con odiosa estridencia,
roja sierpe incendiaria, prolongando su cuerpo,
se abalanza y embiste con elástico azote;
y enroscándose, apaga su espiras de fuego.

Los rodillos laminan reluciente hojalata
que fluyendo inconsútil va obsequiando su espejo;
y el alambre de púas que se tuerce y devana
gira en raudos quintales como erizos de fierro.

De las minas lejanas van llegando a la forja
toneladas cobrizas de oxidado subsuelo;
y estructura de puentes va emigrando en remolques
a estrechar con su abrazo los abismos fraternos.

Las cavernas de calcio que circundan el valle
brindan fósil marino, donación del pretérito;
y enlutados filones vierten hulla lustrosa
donde el sol milenario concentró sus incendios.

Surtidores plumosos cual vergel de neblinas
pulverizan el agua, del metal refrigerio;
y un buitrón se empenacha de revueltas cenizas,
faro audaz que pregona la altivez del acero.

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