(I - Exploración)
La
torre ya humilla samanes y cámbulos,
volaron
los trinos, rodó la serpiente.
Febriles
braceros; cadenas, chasquidos,
bramar
de motores, crujir de trinquetes.
Goloso
el taladro penetra y succiona;
subsuelos
fangosos emergen y emergen…
Arcaicas
edades despiertan y afloran;
el
caos y el cosmos, antaño al presente.
¡Peligro!
¡Despacio! Vapor de carburos.
Ya
fósiles muestras el barro contiene;
que
a millas debajo perfora el barreno
la
era primaria, conserva de peces.
Hundidas
montañas agobian el foso;
fermento
de siglos el flúido impele,
y
el crudo liberto, ganando los tubos,
llegó
cual disparo de lúbrico aceite.
Cimbraron
registros, marcaron esferas,
y
acude a los tanques el negro torrente.
Los
técnicos ríen, los hércules cantan,
y
el chorro prodiga millón de toneles.
Corrieron
los años. Un bosque de torres
y
un pueblo de tanques cubrió la llanura.
Mil
émbolos beben pulsando a los hornos
el
óleo de piedra de añosa factura.
La
refinería (flautones de un órgano)
crepita
y disuena con hórrida música.
Neblinas
la inciensan. De noche parece
radiante
castillo suspenso en la en bruma.
Fragosas
calderas derivan sustancias
que
aroman, detergen, lubrican y alumbran.
¡Loor
a la alquimia que atruena en las hélices
y
en mares y en tierras el viaje apresura!
¡Loor
a la magia de anónimo Ingenio
que
pródigo elíxir mezcló en catacumbas,
y
líquidos oros guardó en la bodega
de
aqueste crucero de incógnita hechura!
Eiffélicas
torres profanan los cielos
y
agitan penachos de llamas que ondulan;
insignia
del hombre que al fango sombrío
tornó
en luminaria y en vuelo y altura.
Elásticos
tubos en pos del Caribe
con
brillos hilvanan las verdes llanuras.
Y
emigran los barcos llevándose a bordo
fragmentos
de patria, de gloria y fortuna.
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