La
rizada planicie llega y llega
con
ritmo igual y espumas y rumores;
y
acá parece que a la playa entrega
su
inmensidad, su hondura y sus fragores.
Se
acerca el mar y con los niños juega
borrando
con vaivenes sus labores,
cual
Dios que vino hasta la humana vega
por
borrar nuestros odios con amores.
Las
olas, por saladas, son más puras;
y
ríen frente al sol cuando la brisa
las
corona de perlas y blancuras.
Vivir
como las ondas, ¡qué divisa!
Reservar
para sí las amarguras
y obsequiar a los otros la sonrisa.
y obsequiar a los otros la sonrisa.
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