jueves, 11 de febrero de 2016

Una vuelta en chalupa








Una vuelta en chalupa

Nuevas brisas fluviales en mi frente aletean
y en mi dicha tremolan inefables delirios;
firmamentos azules en el agua serena
y en los tersos remansos el follaje invertido.

Por lucir su blancura, de los juncos que tiemblan
una elástica garza revoló de improviso;
y al remar, cadenciosa, va fingiendo que besa
con sus lánguidas plumas el cristal fugitivo.

Las canoas dormitan a los pies de la ceiba;
y al pasar nuestro bote convidando festivo,
tiende un brazo de surcos a las mustias barquetas
y las deja meciendo de las ondas al ritmo.

Al batir los barrancos nuestra loca marea
se desploman los bordes con mojado bullicio;
y ensanchándose el cauce, socavadas las selvas,
cimbra el cámbulo rojo desgranando su idilio.

Del tolú gigantesco las raíces revientan;
lo abandonan las aves y declina vencido…
¡Acuatiza un estruendo que los patos ahuyenta,
abren fosa las aguas y sepúltase un siglo!

En venganza el coloso desplegó su marea
y un hirviente oleaje me cernió en el peligro;
surge al fin el madero como banco de arena
y un caimán lo cabalga por visar sus dominios.

Flota un mudo cortejo de humilladas catleyas,
de aleteos implumes sobre huérfanos nidos;
gavilán vocinglero se abalanza y se aleja
y en las garras le imploran los inválidos píos.

Se aproxima otro bote y elevarse quisiera
levantando la proa de fulgente aluminio;
un adiós nos cruzamos… y las mutuas estelas
entrelazan saludos de vibrátil capricho.

Hacia mí se abalanza la planicie que riela,
van mis bordes rasgando tembloroso espejismo;
y en el surco espumante que las aguas barbecha
van sembrando las hélices su estruendoso rugido.

A la luz de los astros nuestra lancha regresa
torturando la noche con su ronco bramido;
y al callar sus fragores, recostada en la arena,
queda oyéndose, a solas, el silencio del  río

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